Efrén Viramontes Anayae-mail efren8000@hotmail.com
El vertiginoso avance de la tecnología en materia de instrumentos cibernéticos, ha rebasado enormemente a los diseños y rediseños curriculares que se realizan a los planes de estudio de las carreras de la formación docente.
Esta situación se presenta en todo el ámbito mundial, toda vez que los intentos que se realizan por mantener actualizadas las propuestas curriculares se quedan visiblemente a la zaga de las transformaciones tecnológicas.
En este contexto, los maestros que actualmente se encuentran en formación en las escuelas normales, concretamente en las de México, aún con las recientes propuestas incluidas en la línea de desarrollo de “transformación curricular” del Programa de Transformación y Fortalecimiento Académicos de las Esuelas Normales implementado a partir de 1996, no han podido recibir una preparación que responda a las necesidades que plantea la vorágine de la modernización de los medios de enseñanza y de consulta globalizados concentrados en los sistemas satelitales de comunicación.
En las escuelas normales del país, aún con las mejoras que se han realizado a los espacios físicos de las salas de cómputo y a la adquisición de equipo computacional no se ha podido responder, por un lado, a la demanda del número de alumnos que requiere el servicio, por otro, a la imposibilidad de cubrir con los requerimientos que exige la necesidad de actualización permanente del equipo existente, que cada vez más pronto adquiere el calificativo de “obsoleto”.
Los alumnos de las escuelas normales, históricamente se han distinguido, en lo general, por ser de clase baja a clase media, lo que ha originado por tradición que la formación docente sea una carrera “no elitista”, razón por la cual es difícil pensar que las deficiencias tecnológicas que tienen las escuelas puedan ser resarcidas por los diferentes ámbitos familiares de los estudiantes.
Lo anterior plantea una problemática que definitivamente tiene que ser atendida en los diferentes niveles de intervención de la gestión educativa, ya que de no ser así, se corre el riesgo de seguir formando profesionales de la educación de “gis y pizarrón”, mientras que los alumnos a los que atenderán serán de “pizarra electrónica de contacto” (sistema Touch Screen de la Enciclomedia), que contiene medios didácticos electrónicos que ofrecen posibilidades de dar información inimaginables número de veces más que las que el maestro les puede llevar con los recursos tradicionales.
Esto es un llamado urgente (o un grito desesperado) para las autoridades educativas de los órdenes nacionales, estatales y locales, para que dentro de la gestión institucional que se realice se pondere como prioritario el hecho de cubrir esta necesidad que se exhibe evidentemente como impostergable.
Por último es necesario señalar que los maestros formadores de docentes que actualmente laboramos en las escuela normales, tenemos un compromiso moral de prepararnos en el mismo sentido, bajo amenaza de ser ampliamente rebasados por nuestros alumnos, pero principalmente para responder a la responsabilidad moral que exige nuestra profesión con respecto a la actualización. Maestros: “si la montaña no viene a nosotros, nosotros tenemos que ir a la montaña”.
El vertiginoso avance de la tecnología en materia de instrumentos cibernéticos, ha rebasado enormemente a los diseños y rediseños curriculares que se realizan a los planes de estudio de las carreras de la formación docente.
Esta situación se presenta en todo el ámbito mundial, toda vez que los intentos que se realizan por mantener actualizadas las propuestas curriculares se quedan visiblemente a la zaga de las transformaciones tecnológicas.
En este contexto, los maestros que actualmente se encuentran en formación en las escuelas normales, concretamente en las de México, aún con las recientes propuestas incluidas en la línea de desarrollo de “transformación curricular” del Programa de Transformación y Fortalecimiento Académicos de las Esuelas Normales implementado a partir de 1996, no han podido recibir una preparación que responda a las necesidades que plantea la vorágine de la modernización de los medios de enseñanza y de consulta globalizados concentrados en los sistemas satelitales de comunicación.
En las escuelas normales del país, aún con las mejoras que se han realizado a los espacios físicos de las salas de cómputo y a la adquisición de equipo computacional no se ha podido responder, por un lado, a la demanda del número de alumnos que requiere el servicio, por otro, a la imposibilidad de cubrir con los requerimientos que exige la necesidad de actualización permanente del equipo existente, que cada vez más pronto adquiere el calificativo de “obsoleto”.
Los alumnos de las escuelas normales, históricamente se han distinguido, en lo general, por ser de clase baja a clase media, lo que ha originado por tradición que la formación docente sea una carrera “no elitista”, razón por la cual es difícil pensar que las deficiencias tecnológicas que tienen las escuelas puedan ser resarcidas por los diferentes ámbitos familiares de los estudiantes.
Lo anterior plantea una problemática que definitivamente tiene que ser atendida en los diferentes niveles de intervención de la gestión educativa, ya que de no ser así, se corre el riesgo de seguir formando profesionales de la educación de “gis y pizarrón”, mientras que los alumnos a los que atenderán serán de “pizarra electrónica de contacto” (sistema Touch Screen de la Enciclomedia), que contiene medios didácticos electrónicos que ofrecen posibilidades de dar información inimaginables número de veces más que las que el maestro les puede llevar con los recursos tradicionales.
Esto es un llamado urgente (o un grito desesperado) para las autoridades educativas de los órdenes nacionales, estatales y locales, para que dentro de la gestión institucional que se realice se pondere como prioritario el hecho de cubrir esta necesidad que se exhibe evidentemente como impostergable.
Por último es necesario señalar que los maestros formadores de docentes que actualmente laboramos en las escuela normales, tenemos un compromiso moral de prepararnos en el mismo sentido, bajo amenaza de ser ampliamente rebasados por nuestros alumnos, pero principalmente para responder a la responsabilidad moral que exige nuestra profesión con respecto a la actualización. Maestros: “si la montaña no viene a nosotros, nosotros tenemos que ir a la montaña”.
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